lunes, 13 de mayo de 2024

Mañana, al alba. (Víctor Hugo)


 Mañana, al alba, cuando blanquea el campo,
yo partiré. Mira, sé que me esperas.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo permanecer lejos de ti más tiempo.

Caminaré, los ojos fijos en mis pensamientos,
sin ver nada alrededor, sin escuchar ningún ruido,
solo, desconocido, la espalda encorvada, las manos cruzadas,
triste, y el día para mí será como la noche.

No miraré ni el oro de la tarde que cae,
ni las velas lejanas descendiendo hacia Harfleur,
y al llegar, pondré sobre tu tumba,
un ramo de acebo verde y de brezo en flor.

domingo, 12 de mayo de 2024

Epístola de amor I.

Mi adorable y adorada,

    Me he estado preguntando si tal felicidad no es un sueño. Me parece que lo que siento no es terrenal. Todavía no logro comprender este cielo sin nubes. Toda mi alma es tuya. Mi Adele, por qué no hay otra palabra para esto aparte de ‘alegría’ ¿Es porque el discurso humano no tiene el poder de expresar tanta felicidad?  Temo que de repente despierte de este sueño divino.

    ¡Oh! ¡Ahora eres mía! ¡Por fin eres mía! Pronto, en unos meses, tal vez, mi ángel dormirá en mis brazos, despertará en mis brazos, vivirá ahí. ¡Todos tus pensamientos, todo el tiempo, todas tus miradas serán para mí; todos mis pensamientos, todo el tiempo, todas mis miradas serán para ti!

    Adiós, mi ángel, mi amada Adele. ¡Adiós!

    Todavía estoy lejos de ti, pero puedo soñar contigo. Pronto, quizás, estarás a mi lado.

    Adiós; perdón por el delirio de tu esposo que te abraza y que te adora, 
tanto en esta vida como en la otra.



De Víctor Hugo a su esposa Adèle Foucher.
De mí para ti.

lunes, 6 de mayo de 2024

Amor eterno (Juan Gabriel)

Tú eres la tristeza, ay, de mis ojos
que lloran en silencio por tu amor.
Me miro en el espejo y veo en mi rostro,
el tiempo que he sufrido por tu adiós.

Obligo a que te olvide el pensamiento
pues siempre estoy pensando en el ayer.
Prefiero estar dormida que despierta
de tanto que me duele que no estés.
Cómo quisiera, ay,
que tú vivieras,
que tus ojitos jamás se hubieran
cerrado nunca y estar mirándolos.
Amor eterno
e inolvidable.
Tarde o temprano estaré contigo
para seguir amándonos.
Yo he sufrido tanto por tu ausencia
Desde ese día hasta hoy no soy feliz
Y aunque tengo tranquila mi conciencia
Sé que pude haber yo hecho más por ti
Oscura soledad estoy viviendo
La misma soledad de tu sepulcro
Tú eres el amor del cual yo tengo
El más triste recuerdo de Acapulco
Cómo quisiera, ay,
que tú vivieras,
que tus ojitos jamás se hubieran
cerrado nunca y estar mirándolos.
Amor eterno
e inolvidable.
Tarde o temprano estaré contigo
para seguir amándonos.
Amor eterno...
eterno
amor eterno, oh...
eterno.

lunes, 29 de abril de 2024

Salinero. (Rafael Alberti)

…Y ya estarán los esteros
rezumando azul de mar.
 Vivel del Río Martín
¡Dejadme ser, salineros,
granito del salinar!

¡Qué bien, a la madrugada,
correr en las vagonetas,
llenas de nieve salada,
hacia las blancas casetas!

Dejo de ser marinero,
madre, por ser salinero.

lunes, 22 de abril de 2024

El asedio. Fragmento. (Arturo Pérez-Reverte)

   Mirando los tres rostros serios y sombríos, el capitán Desfosseux reflexiona una vez más sobre los dos rasgos que considera propios de los españoles: desorden y crueldad.

   A diferencia de los soldados ingleses y su bravura continua, despiadada e inteligente, o de los franceses, siempre resueltos en el combate pese a estar lejos de su tierra y pelear, a menudo, solo por el honor de la bandera, los españoles le siguen pareciendo un misterio hecho de paradojas: coraje contradictorio, cobardía resignada, tenacidad inconstante. Durante la Revolución y las campañas de Italia, los franceses, mal armados, mal vestidos y sin instrucción militar, se convirtieron rápidamente en veteranos celosos de la gloria de su patria. Mientras que los españoles, como si estuvieran atávicamente acostumbrados al desastre y a la desconfianza en quienes los mandan, flaquean al primer choque y se derrumban como ejército organizado desde el principio de cada batalla; y sin embargo, pese a ello, son capaces de morir con orgullo, sin un lamento y sin pedir cuartel, lo mismo en pequeños grupos o combates individuales que en los grandes asedios, defendiéndose con pasmosa ferocidad. Mostrando después de cada derrota una extraordinaria perseverancia y facilidad para reorganizarse y volver a pelear, siempre resignados y vengativos, sin manifestar nunca humillación ni desánimo. Como si combatir, ser destrozados, huir y reagruparse para combatir y ser destrozados de nuevo, fuese lo más natural del mundo. El general "No Importa", llaman ellos mismos a eso. Y los hace temibles. Es el único que no desmaya nunca.

   En cuanto a la crueldad española, Simón Desfosseux conoce demasiados ejemplos. La pelea de gallos parece un símbolo apropiado, pues la indiferencia con que estas gentes taciturnas aceptan su destino descarta la piedad hacia quienes caen en sus manos. Ni en Egipto tuvieron los franceses que soportar más angustias, horrores y privaciones que en España, y esto acaba empujándolos a toda clase de excesos. Rodeados de enemigos invisibles, siempre el dedo en el gatillo y mirando por encima del hombro, saben su vida en peligro constante. En esta tierra estéril, quebrada, de malos caminos, los soldados imperiales deben realizar, cargados como acémilas y bajo el sol, el frío, el viento o la lluvia, marchas que horrorizarían a caminantes libres de todo peso. Y a cada momento, al comienzo, durante la marcha o al final de ésta, en el lugar donde se esperaba descanso, menudean los encuentros con el enemigo: no batallas en campo abierto, que tras librarse permitirían al superviviente descansar junto al fuego del vivac, sino la emboscada insidiosa, el degüello, la tortura y el asesinato.

miércoles, 17 de abril de 2024

7 Frases V, del séptimo arte.

Quiero estar sola.

Greta Garbo
como Grusinskaya en Grand Hotel (1932)

Realmente, mañana será otro día.

Vivien Legh
como Scarlett en Lo que el viento se llevó (1939)

- Si ese avión despega y no estás con él lo lamentarás. Tal vez no ahora. Tal vez ni hoy ni mañana. Pero más tarde. Toda la vida.
- ¿Nuestro amor no importa?
- Siempre tendremos París.

Humphrey Bogart y Ingrid Bergman
como Rick Blaine y Ilsa Lund en Casablanca (1942)

¿Sabes silbar, verdad Steve? Solo tienes que juntar los labios y… soplar.

Lauren Bacall
como Marie en Tener y no tener (1944)

¿Insignias? No tenemos. No necesitamos insignias. 
No tenemos que mostrarle ninguna insignia apestosa.

Alfonso Bedoya
como Gold Hat en El tesoro de Sierra Madre (1948)

Vas a necesitar un barco muy grande.

Robert Shaw 
como Quint en Tiburón (1975)

Volveré.

Arnold Schwarzenegge
como Terminator en la película homónima de 1984.

lunes, 15 de abril de 2024

Hagamos un trato. (Mario Benedetti)


Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo,
no hasta dos
o hasta diez,
sino contar
conmigo.

Si alguna vez advierte que la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles, ni piense qué delirio, a pesar de la veta o tal vez porque existe, usted puede contar conmigo.

Di otras veces me encuentra huraño sin motivo, no piense qué flojera, igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato, yo quisiera contar con usted.

Es tan lindo saber que usted existe, uno se siente vivo y cuando digo esto, quiero decir contar aunque sea hasta dos, aunque sea hasta cinco, no ya para que acuda presurosa en mi auxilio, sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo.