lunes, 25 de marzo de 2024

¿De dónde nacen las canciones?

A veces nacen de las noticias.

Me gustaría contar “Pájaros de Portugal” porque tiene una anécdota muy concreta. Hace ocho o diez años se escaparon de sus casas de Tarragona dos chavales de 14 o 15 años.

El país estuvo aterrorizado esos días porque se creía que los habían matado, que los habían violado, cualquier cosa. Y nada de eso había sucedido: querían ver el mar, y cuando vieron que era peor que en la tele llamaron a sus padres acojonados.  Volvieron, vírgenes, supongo, acojonados...

Sí, a veces las canciones nacen de las noticias, pero hay que rumiarlas. Eso pasó hace ocho años, y cuando leí la noticia pensé: aquí hay una canción. 

Pero la canción misma viene ocho años después, cuando ya se ha medio olvidado....

Entrevista a Joaquín Sabina de El País de Madrid. Especial para Página/12. 19/09/2005

Pájaros de Portugal. (Joaquín Sabina)

No conocían el mar
y se les antojó más triste que en la tele.
Pájaros de Portugal
sin dirección ni alpiste ni papeles.
 
Él le dijo vámonos
¿Dónde?, le respondió llorando ella.
Lejos del altar mayor
en el velero pobretón de una botella.
 
Despójate del añil
redil del alma de nardo con camisa,
devuélveme el mes de abril, se llamaban
Abelardo y Eloísa,
arcángeles bastardos de la prisa.
 
Alumbraron el amanecer muertos de frío,
se arroparon con la sensatez del desvarío
tuyo y mío, de vuelta al hogar.
¡Qué vacío deja la ansiedad!
¡Qué vergüenza tendrán su
s papás!
 
Sin alas para volar
prófugos del instituto y de la cama.
Pájaros de Portugal
apenas dos minutos, mala fama.
 
Luego la guardia civil
les decomisó el sudor y la sonrisa,
las postales de Estoril
sin posada, sin escudos y sin visa.
Se llamaban, Abelardo y Eloísa
 
Bucearon contra el Everest y se ahogaron.
Nadie les enseño a merecer el amparo
de la virgen de la soledad.
Que pequeña es la luz de los faros…
 
Bucearon contra el Everest y se ahogaron.
Nadie les enseño a merecer el amparo
de la virgen de la soledad.
Que pequeña es la luz de los faros
de quien sueña con la libertad....


La huida. (Ismael Serrano) 

Ella tiene quince primaveras, pocas mentiras que contar,
dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar.
Mientras lo espera sobre la acera, se derrumba el mundo.

Él tiene dieciséis agostos y una nube que robó,
y versos de Extremoduro volando en la habitación.
mientras la sueña copia un poema que luego hará suyo.

Y como cada tarde, la ciudad se detiene en el instante
en el que él la pasa a recoger.
"¿Qué tal en clase?". "Llegaste tarde". "No me riñas, ven".
Y ella aprieta contra el pecho la carpeta, y en el cielo
anémonas de humo, antenas de coral.
"Si quieres, mi vida, te rapto yo un día, te llevo a ver el mar".

Una tarde como otra cualquiera él la pasará a buscar
con el alma en un pañuelo, con el coche de papá.
"Sube al barco, niña. Ésta es la huida que te prometí".

Ojalá que tengan suerte, tal y como lo soñamos,
y al paraíso les lleve la Nacional 4.
"Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz".

Y nada más pasar Despeñaperros se les echa encima el sueño
y las ganas de compartir sudores.
"Paro y nos dormimos". Fuera queda el frio con la oscura noche.

Al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos
en playas infinitas, carretera sin fin,
arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.

No será la luz del alba lo que los despertará,
ni una gran ola rugiendo, no será el olor a sal:
una pareja de picoletos pegándoles voces.

Como el cristal de los sueños, de camino al cuartelillo.
Se han quebrado un par de vidas entre broncas y gritos.
¿A quién se le ocurre? Se deshace una nube y una ola se rompe.

Y ya de vuelta a la ciudad, donde nunca sabe a sal,
la piel y la lluvia, que a veces te besa,
se van para casa, escuchan aullidos, golpes que no cesan.

Los viejos les prohibieron la salida, el tiempo fue arando sus vidas,
quemando poemas, carretera sin fin.
De vuelta hacia casa mil atardeceres que acaban sin ti.

La ciudad se siguió derrumbando, en la acera mientras tanto
anémonas de humo, antenas de coral.
Él se pierde en la bruma, ella sólo recuerda cuando mira el mar.

Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida
cuando aún no sabía mentir.
"Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz".