viernes, 29 de mayo de 2015

Mañana me voy. (Pablo Mora)

Entre el abrazo grande, grande  
que no te di, 
y el beso, tal vez tarde, 
que tú me diste a mí, 
aún quedan tantas partes 
que me perdí.

Cierro la puerta y se abre, 
qué hay si no quiero salir... 

Ponte la blanca capa 
que me probé. 
Vende la casi-casa 
que no te pude hacer. 

Funde la plata en chapa 
si alguna vez 
ves que la prisa mata 
y no paro de correr. 

Mañana me voy, 
si algo tenía que hacer 
lo tengo que hacer hoy. 

Mañana me voy, 
pena sería si vas tú a casa 
y yo no estoy. 

Mañana me voy, 
será otro día, 
dime qué quieres hacer hoy. 

Mañana me voy, 
será otro día, dí 
qué quieres que hagamos hoy. 

Mañana me voy, 
pena, alegría, 
hasta que dure el gasoil. 
Mañana me voy. 

Mañana te vas, 
durante un tiempo,
o no volverás.
Salva mi vida,
María,
antes de marchar.

viernes, 22 de mayo de 2015

Poema XX. (Pablo Neruda)

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,  
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". 
El viento de la noche gira en el cielo y canta. 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.  
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 
Ella me quiso, a veces yo también la quería.  
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.  
Y el verso cae al alma como pasto el rocío. 
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.  
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.  
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca.  
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.  
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.  
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.  
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.  
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,  
mi alma no se contenta con haberla perdido. 


Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,  
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

viernes, 15 de mayo de 2015

Donde habite el olvido. (Gustavo Adolfo Bécquer, Luis Cernuda y Joaquín Sabina)

Gustavo Adolfo Bécquer.

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.


Luis Cernuda.

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos,
donde habite el olvido.


Joaquín Sabina.

Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior.
Demasiadas cervezas,
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya, en la almohada.
Y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón, entró
por la ventana.

El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón.
Desnudos, pero extraños,
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
llámame un día.
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la gran vía.

Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido.
Una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.

La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un peugeot
y aquellos ojos
miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
te necesito.

Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido.
Una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Cuando escuché al docto astrónomo. (Walt Whitman)

Cuando escuché al docto astrónomo,
cuando me presentaron en columnas
las pruebas y guarismos,
cuando me mostraron las tablas y diagramas
para medir, sumar y dividir,
cuando escuché al astrónomo discurrir
con gran aplauso de la sala,
qué pronto me sentí inexplicablemente hastiado,
hasta que me escabullí de mi asiento y
me fui a caminar solo,
en el húmedo y místico aire nocturno,
mirando de rato en rato,
en silencio perfecto a las estrellas.

viernes, 1 de mayo de 2015

¿Así que quieres ser escritor? (Charles Bukowski)

Si no te sale ardiendo de dentro,  a pesar de todo, no lo hagas.

A no ser que salga espontáneamente de tu corazón y de tu mente y de tu boca y de tus tripas, no lo hagas.  Si tienes que sentarte durante horas con la mirada fija en la pantalla del ordenador ó clavado en tu máquina de escribir buscando las palabras, no lo hagas.

Si lo haces por dinero o fama, no lo hagas. Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama, no lo hagas. Si tienes que sentarte y reescribirlo una y otra vez, no lo hagas.

Si te cansa sólo pensar en hacerlo, no lo hagas.  Si estás intentando escribir como cualquier otro, olvídalo.

Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, espera pacientemente. Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.

Si primero tienes que leerlo a tu esposa ó a tu novia ó a tu novio ó a tus padres ó a cualquiera, no estás preparado.

No seas como tantos escritores, no seas como tantos miles de personas que se llaman a sí mismos escritores, no seas soso y aburrido y pretencioso, no te consumas en tu amor propio. Las bibliotecas del mundo bostezan hasta dormirse con esa gente. No seas uno de ellos. No lo hagas.

A no ser que salga de tu alma como un cohete, a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas. A no ser que el sol dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas.

Cuando sea verdaderamente el momento, y si has sido elegido, sucederá por sí solo y seguirá sucediendo hasta que mueras ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino. Y nunca lo hubo.


 Porque las palabras impregnan nuestros corazones,
nuestras mentes cada día. Hazlo.