viernes, 28 de agosto de 2015

Me gustas. (Tony Zenet)

Eres lo que menos me conviene,
lo que tanto me apetece,
lo que más me da la gana.

Eres lo que siempre me repito,
aquello por lo que brindo
la más lista, la más guapa.
 
Eres lo que no dicen las cartas,
lo que puedo echar en falta,
lo que no quiero perderme.

 
Eres más de lo que se adivina,
una mecha encendida,
un peligro inminente.
 
Me gustas porque me asustas,
porque no tienes remedio.
Me gustas porque eres bruja,
porque interpretas los sueños.
Me gustas porque me tientas
por llevarme a tu terreno.
Me gustas porque te peinas
con la raya en el medio.
 
Eres lo que menos me conviene,
lo que tanto me apetece,
lo que más me da la gana.

Eres lo que siempre me repito,
aquello por lo que brindo
la más lista, la más guapa.
 
Eres lo que no dicen las cartas,
lo que puedo echar en falta,
lo que no quiero perderme.

Eres más de lo que se adivina,
una mecha encendida,
un peligro inminente.
Me gustas porque me asustas,
porque no tienes remedio.
Me gustas porque eres bruja,
porque interpretas los sueños.
Me gustas porque me tientas
por llevarme a tu terreno.
Me gustas porque te peinas
con la raya en el medio.

Eres lo que no dicen las cartas,
lo que puedo echar en falta,
lo que no quiero perderme.

Eres más de lo que se adivina,
una mecha encendida,
un peligro inminente. 
Me gustas porque me matas,
me gusta porque disparas
siempre con bala de plata.
Me gustas porque me matas
me gusta porque disparas....

Me gustas… ¿cómo te llamas?

viernes, 21 de agosto de 2015

¿Quién soy? (José Luis Figuereo Franco)

El amor ha querido que piedras ondeen el camino
que no exista arcén ni cuneta donde estacionar.
Que cada calle te lleve por siempre al mismo destino
aquí no multan porque ya no importa la velocidad.
Que si tú quieres te doy el consejo de algún pobre amigo
el amor es el peor enemigo que hay en el verbo amar
en el aire yo palpo si es bueno o falso un cariño
porque la cara es el espejo del alma como dice el refrán.
No soy la voz de la inocencia.
 
Soy la cruda realidad.
Soy la que te ahoga y te aprieta
la que a veces hace llorar.
Soy la musa del poeta
yo me llamo soledad.
No te escondas conmigo no vale jugar al escondite
cuenta veinte, treinta, ochenta, noventa
yo te voy a encontrar.
Hay personas que con sus consejitos me salen al quite.
Y se creen que distrayendo las mentes me van a olvidar.
Formo parte de las sensaciones que tiene la vida.
Y hay algunos que hasta incluso en su silencio me supieron amar.
Pero el inculto siempre me ha "encasillao" entre penas y "herias"
olvidando que soy ama de llave de cualquier bienestar.
 
No soy la voz de la conciencia
Soy la dura realidad.
Soy la que te ahoga y te aprieta
la que a veces hace llorar.
Soy la musa del poeta
soy la dura soledad.
 
Llevo de la mano la nostalgia, la agonía, los recuerdos,
la tristeza, el silencio, la indigencia, el desacuerdo,
la impaciencia, la pobreza. Son retales de mi cuerpo.
Entro, salgo vivo y me marcho a mi antojo soy la dueña de los cuerdos, de los locos,
de la injuria, la penuria, de lo sucio, de lo roto
soy la dura soledad.

viernes, 14 de agosto de 2015

Romeo y Julieta. Act. II Esc. II (William Shakespeare)

Julieta: ¿Cómo has llegado hasta este sitio, y cuál es tu propósito? Los muros de esta puerta son altos y no se pueden escalar; aquí podrías encontrar la muerte, siendo quien eres, si alguno de mis familiares te encontrara.

Romeo: Con las alas que me dio el amor, salté los elevados muros; además, no le tengo miedo a tus familiares.

Julieta: Te matarán si te encuentran aquí.

Romeo: Diosa mía, tus ojos son más homicidas que las espadas de veinte familiares tuyos. Obsérvame sin enfado, y mi cuerpo se hará invensible.

Julieta: Daría un mundo porque no te hallaran.

Romeo: El velo lúgubre de la noche me protege de ellos. Sin embargo deseo morir a costa de sus manos, amándome tú, que eludiéndolos y salvarme de ellos, cuando me falte tu amor.

Julieta: ¿Y quién te condujo hasta aquí?

Romeo: El amor me dijo dónde vivías. Él me aconsejó; guió mis ojos que yo le había entregado. Sin ser nauchero, te juro que navegaría hasta la playa más lejana para enamorar joya tan estimada.

Julieta: Si no me cubriera el manto de la noche, el rubor de virgen invadiría mis mejillas, rememorando las palabras que en esta noche me has escuchado. Inútilmente quisiera corregirlas o desmentirlas ... ¡Resistencias inútiles! ¿Me amas? Tengo la seguridad de que responderás que sí, y yo lo creeré. No obstante, podrías olvidar tu promesa, porque comentan que Jove se ríe de las deslealtades de los amantes. Si me amas en verdad, Romeo, manifiéstalo con franqueza, y si piensas que soy fácil y me rindo a la primera súplica, dímelo también, para que me ponga huraña y enfadada, y así debas suplicarme. Te quiero mucho, Montesco, mucho, y no creas que soy ordinaria, antes he de ser más firme y constante que aquellas que parecen altaneras debido a que son astutas. Te confesaré que más fingimiento hubiera guardado contigo, si no me hubieras escuchado aquellas palabras que, sin pensarlo yo, demostraron toda la pasión de mi corazón. Perdóname, y no juzgues como ligereza este rendirme tan pronto. La soledad de la noche lo ha provocado.

Romeo: Te juro, amada mía, por los rayos de la luna que bañan la copa de estos árboles....

Julieta: No jures por la luna, que en su veloz desplazamiento cambia de apariencia cada mes. No vayas a copiar su inconstancia.

Romeo: ¿Entonces, por quién juraré?

Julieta: No expreses ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es el dios que adoro y en quien he de creer.

Romeo: ¡Ojalá que la hoguera de mi amor ...!

Julieta: No jures. Aunque estoy muy alegre de verte, esta noche no quiero escuchar esos juramentos que parecen violentos y muy rápidos. Se parecen al rayo que se apaga, apenas surge. Márchate ahora; tal vez cuando regreses haya llegado a abrirse, excitado por las brisas del verano, el capullo de esta flor. Adiós, ¡y ojalá excite tu pecho en tan dulce calma como el mío!

Romeo: ¿Y solamente me das ese consuelo?

Julieta: ¿Y qué otro puedo ofrecerte esta noche?

Romeo: Tu fe por la mía.

Julieta: Te la di antes de que tú me la pidieras. Lo que lamento es no poder dártela de nuevo.

Romeo: ¿Pues qué? ¿De nuevo deseas quitármela?

Julieta: Sí, para ofrecértela de nuevo, pese a que esto fuera avaricia de un bien que ya poseo. No obstante mi anhelo de ofrecértelo todo es tan profundo y no tiene límites como los abismos del mar. ¡Cuanto más te doy, más quisiera darte! Sin embargo escucho ruidos dentro. ¡Hasta luego! No engañes mi esperanza. Ama, allá voy. Sé leal conmigo, Montesco mío. Aguarda unos minutos, regreso inmediatamente.

Romeo: ¡Noche, deliciosa noche! Sola fuente tengo miedo de que, por ser de noche, todo esto sólo sea un hermoso sueño....

viernes, 7 de agosto de 2015

La Revolución. (Antonio Martínez Ares)

Hermano te voy a contar una historia de amor
de una tierra del mar y de su revolución.
Y dijo el trovero…

Cuando salía la luna lunera
así cantaba mi vieja mulata
detrás de una lejana estrella
hay una Habana de plata.

Un día recogí mis armas
y le recé a los cuatro vientos
ya no aguanto más las penas
me voy para ve a mi negra
en un barco carbonero
y caminito a mi sueño
el viento llevaba este son
y yo compuse este canción
pensando en ti.

Deja que cruce tu puerta
princesita marinera
que siguen siendo tus besos
mi ceguera.

Aquí me tienes a tu verita
formando castillos en el cielo
vengo a curarte las heridas
con la bala de un bolero
que si mi sino es quererte
querer que yo te quiera
yo reniego de mi sangre,
de mi casa y mi bandera.

Son, son, son de la revolución,
son, son, son de la revolución
mire usted, que mire usted
que mire la banda que buena es.

Que mi guitarra ya se va revelando
y mi negrita ya se está envenenando
que para vivir hay que morir matando.

Hermano te voy a contar una historia de amor
de una tierra del mar y de su revolución.